Quiero volver a ser yo

Desde hace más de un año la única música que escucho es rap, Residente, SFDK, Kase.O o las improvisaciones de Sara Socas suenan todo el rato cerca de mis orejas, es más, diría que últimamente la poesía que más me interesa es la que ellos escriben.

Dedicarme a la edición de manera profesional, es decir, cobrando un sueldo, me ha provocado un dolor regular en las mandíbulas, y lo digo de verdad, de tanto apretar los dientes de manera continua termino con un malestar —a ratos insoportable— que me llega hasta la cabeza.

Escribo poesía porque necesito decir la verdad, porque creo que la honestidad es lo único que puede salvarnos de nosotros mismos. Pero vivir en un sistema capitalista me pone todo el rato contra las cuerdas, la mayoría de veces contra mis cuerdas vocales.

El verano pasado terminé en el hospital, justo un día después de coger vacaciones. Parecía una posible angina de pecho, pero tras las pruebas se comprobó que mi corazón estaba perfecto. El cardiólogo me dijo que no sabía a qué se debía el dolor sordo en el brazo izquierdo, la dificultad al respirar, el dolor en la espalda que me obligaba a tumbarme. La gente que me quiere tenía claro que se debía a las palabras que no había dicho, aunque ellos y ellas lo llamaron «estrés».

Hay un ensayo de Auden en el que cuenta lo difícil que es explicarle a la población de un país que aunque entiendan las letras y el idioma de un periódico ello no implica que puedan escribir un poema. Intenta explicar esto en cualquier eslabón de la cadena del libro.

Ay, si yo fuera rapero.

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